Número “1”, Colección de Textos Dispersos de SR
Los ‘zapatos a-poéticos’ del Club 7 de Poesía (1951-1962),
Respuesta tardía pero necesaria
de Sergio Román Armendáriz
a dos artículos [2]que
doña María Piedad Castillo de Levi (1886-1962),
escritora ecuatoriana,
co-propietara entoncs de ‘El Telégrafo’ (radioemisora y diario),
dedicó al Club 7 de Poesía,
a propósito del primer libro plural del grupo,
Guayaquil, Casa de la Cultura Ecuatoriana ,
1954.
(99 págs.)
Respuesta adicional a una consulta
Cuando los zapatos de los poetas casi provocaron polémica.- En 1954, una crítica periodística hizo notar que los miembros del Club 7 eran aficionados (además, de los versos) a los zapatos. 56 años después, rememoro ese agridulce suceso que muestra que el primer libro plural del grupo mereció una mezcla de alabanzas y azotes, SR/CR/2010
Colega:
1.- Gracias por su consulta acerca de la dedicatoria que incluí en ‘Puerto Rico en el Llanto’ (Román Armendáriz, Sergio. En: ‘Club
’¿Son -per se- 'poéticas' las palabras, o, esta calidad la
adquieren por la interacción con las voces vecinas y, aun, con las que vibran
lejanas, o invisibles, y, además, con los vacíos completos y con los
silencios sonoros?’
1.- Es la primera vez en medio siglo y algo más, que
una colega (por medio de una consulta) se refiere a ‘Puerto Rico en el Llanto’
(Román Armendáriz, Sergio. En: ‘Club 7’ , libro plural. Guayaquil, Casa de la Cultura , 1954. Págs.
83-96, de 99). Ya contesté acerca de la dedicatoria. Ahora, aprovechando esta
oportunidad, revelaré lo pertinente a un objeto de uso cotidiano que aparece en
nuestros poemas, lo cual estimula la reflexión a propósito de la siguiente
hipótesis.
’¿Son -per se- ‘poéticas’ las palabras, o, esta
calidad la adquieren por la interacción con las voces vecinas y, aun, con
las que están lejanas, o invisibles, y, además, con los vacíos completos y con
los silencios sonoros? ’
1.1.- De los variados comentarios que el libro despertó,
en su momento, la mención a los‘zapatos’, (vocablo que se filtró, por
influencia mutua pero sin percatarnos, en diversas colaboraciones del quinteto
de autores que firmamos el libro inaugural del conjunto) fue una mención
obligatoria. Tanto es así que, en vez de sentirnos confundidos, asumimos el
concepto a la manera de venablo anticapitalista, porque fue la época en que una
de las promesas sociales inmediatas era dotar de calzado a toda la población de
nuestros países: (Costa Rica fue uno de los ejemplos latinoamericanos de esta
política pragmática durante el lapso 1943-1949). O a la manera de fetiche
fílmico: (Así lo enseñan desde 1961, Buñuel y Silvia
Pinal, verbigracia).
2.- Adelante, algunas perlas incómodas. En ‘Club 7’ , Ob. cit., pág. 15, Carlos Benavides Vega, en ‘Funeral de la Angustia ’, expresa: (… y
correr sin zapatos por el alma…’) / En la pág. 41, Ob. cit., ‘En mi Suelo’, Ileana Espinel Cedeño cita ese objeto,
con un enfoque tácito (‘… mientras sus pies desnudos se contraen…’) y con un
enfoque expreso (‘… tendido frente a mis verdes zapatos. …’) / En la pág. 70, Ob. cit., ‘Conocimiento de la Muerte ’, David
Ledesma Vázquez, expresa: (‘… Con los viejos zapatos. …’) y en la pág. 73,
Ob. cit. ‘Visita’ (‘… con sus zapatos rotos el Recuerdo.) / En la pág. 94, ‘Puerto
Rico en el Llanto’, Sergio Román
Armendáriz, expresa: (‘… tus zapatos,…’). En este particular, una excepción
la constituyó Gastón Hidalgo Ortega [3],
siempre oculto en su edén particular. /// Seis años después, en ‘Triángulo’,
nuestro segundo libro plural <Guayaquil, Casa de la Cultura , 1960. 77 págs.>
David dedica, a este asunto, un poema completo que bautizó: ‘Los zapatos’,
<pág. 25, de 77>, en el cual, además del título cita este sustantivo tres
veces en el fluir de la composición.
3.- María Piedad Castillo de Levi, publicó dos
artículos cuando ‘Club 7’
vio la luz en condición de libro, en los que además de examinar la labor de
cada miembro del quinteto (de sermonearnos y darnos algunos consejos) en lo que
importa a este complemento, se refiere en términos poco amistosos en general a
nosotros, con excepción cuando comenta los textos de Carlos Benavides Vega [4]
a quien califica con nota excelente.
4.- En cuanto a la palabrita o palabreja de marras,
veamos los distintas menciones:
4.1.- Ni a Carlos (a quien doña María Piedad,
prefiere) le perdona cierto desafinamiento provocado por ‘correr sin zapatos por el alma’,
que la autora de la nota crítica califica como ‘un toque prosaico, un
martillazo, en momento emocional’. (En: Ob, cit., pág. 15, Funeral de la angustia. Y,
en el -Primero.de los artículos citados-.)
4.2.- De Gastón, nada dice doña María Piedad en cuanto
al calzado específico porque, tal vez, su léxico literario no lo registra en el
libro plural. Pero tampoco, nuestro hermano en la poesía se libra de algunas
perlas contra él dirigidas: ‘(GHO) pese a que entre tanta escoria a
veces brilla un rayo de sol, no encuentra todavía su alma ni ha ascendido…’
(En el -Primero.de los artículos citados-.)
4.3.- De Ileana, aunque ella escribió acerca ‘… de un hombre gris / tendido frente a mis
verdes zapatos. (…)’, doña María Piedad no se refiere con exactitud a este
ejemplo pero, por contexto, se induce que no hubiese obtenido su aprobación,
como tampoco, expresamente aprueba ciertos efectos retóricos: ni ‘el alma verde…’ (ni) ‘… el
ronquido en la noche’. (En: Ob,
cit., págs. 41 y 30, En mi suelo y Te quiero, respectivamente.
Y, en el –Primero de los artículos
citados-.)
4.4.- De David, doña María Piedad dice: ‘Encuentro
absurdo (…) aquello de los ‘zapatos rotos (del)
Recuerdo’. [5] (En:
Ob. Cit., pág. 73, Visita.) y le recomienda que vuelva ‘al encanto de
los primeros poemas…’ (debe referirse a ¿Cristal?: Quito, Imprenta del
Colegio Don Bosco, 1953) ‘y abandone en la sombra todos los zapatos
y -el grito a chorros verdes de
silencio- [6] de
sus poemas.’ (Véase, el -Primero de los artículos citados-. Y, en: Ob. cit.,
pág. 79, El Espejo.)
4.5.- De este servidor, Sergio Román Armendáriz,
doña María Piedad se olvidó en el primero artículo. De allí la necesidad de un
segundo artículo del mismo nombre: ‘Club 7`, Ensayo de Crítica, por medio del
cual la autora empezó presentando excusas pero, al comienzo y en la mitad del
texto, me cambió el apellido. ‘Pido disculpa al 5º. poeta señor don Sergio León Armendáriz,
cuya crítica ha sido omitida muy a mi pesar de mi anterior artículo.’ (sic) En
otro momento me llama ‘Ramón’ por ‘Román’, nada grave pero
emite la señal de que, a mí, por lo menos, me tenía, en lenguaje futbolero,
‘fuera de lugar’, siempre. O, casi siempre. Pero, donde ajusta las tuercas, y
lo hace con energía (logrando que cinco décadas y media después no pueda contener
la risa) cuando transcribo las siguientes líneas dirigidas contra mi ‘Puerto
Rico, en el Llanto’: ‘(…) es otro grito de admonición y otra profecía,
que acaso no se cumpla. No estoy de acuerdo con los zapatos de Puerto Rico, por lo visto esta generación carece de
novedad en sus vocablos y en sus ideas, y es muy aficionada a los zapatos.’ [7](Véase
el -Segundo de los artículos citados- y la Ob. cit., pág. 94, Puerto Rico en el Llanto,
págs. 93-95)..
CONCLUSIÓN.- Aunque mis colegas, creo, hubiesen estado
de acuerdo con el enfoque siguiente, sin embargo, lo haré a nombre propio y no
del conjunto.
A la pregunta eje:
‘¿Son poéticas las palabras –per se-, o, esta
calidad la adquieren por la interacción con las voces vecinas y, aun,
con las que están lejanas, o invisibles e incluso vibran en la punta de
la lengua pues aún no han sido sacramentadas?’
Respondo, o trataré de hacerlo:
- Las palabras –en sí, (y sus antípodas, los vacíos
y los silencios), no son ni poéticas ni lo contrario, ni yacen a medio camino
entre esos dos extremos. En este punto me divorcio de los preceptistas y de los
iconoclastas.
Entonces, ¿qué son?
- Son sólo eso, palabras… herramientas de nuestro
oficio peregrino que van adquiriendo diversos y sucesivos grados de poetización, no en su soledad
semántica ni acústica, sino en su interacción con las demás voces pues, así, en
esa combustión recíproca contribuyen a establecer una nueva realidad, la
metafórica, sobre los escombros de la convencional que sólo es capturable por
medio de los cinco sentidos convencionales del ser humano mientras la realidad
estética ha logrado esa categoría en la medida en que va convirtiendo -en
especial-, lo ordinario, incluyendo, claro está, los zapatos, los tuyos, los
nuestros y, con afecto, también los de doña María Piedad.
Después del reverendo varapalo cuádruple que
recibimos en los dos artículos citados * (eximo a Carlos a quien la
comentarista salvó del castigo), el grupo encontró justa compensación en la
siguiente frase: de la autora (tomada del -Segundo de los artículos- de la
señora Castillo de Levi):
‘Yo tengo la convicción de que los autores del Club
7, son poetas. De no serlo, no me hubiese tomado el trabajo de analizarlos en
una crítica.’
En fin, una de cal. Y otra de arena.
CR,
12 de octubre del año 2010
* Guayaquil, El Telégrafo, 8 y 16 de junio
de 1954
[1]
Llamamos ‘estimable’, esto es, digna de respeto, a doña María Piedad Castillo,
porque además de defender su posición literaria (aunque haya sido contraria a
la nuestra), actuó asimismo de manera humanísima en momentos difíciles para el
país. Se cuenta, por ejemplo, que durante los acontecimientos del 15 de
noviembre de 1922 (masacre contra los obreros en huelga en Guayaquil), salvó la
vida al dirigente obrero (después abogado socialista) Carlos Puig Vilazar,
escribió una proclama contra el gobierno culpable de la represión y acompañó a
su padre, don José Abel Castillo, fundador y director de ‘El Telégrafo’ quien,
por editorializar contra ese crimen y exigir una investigación, tuvo que salir
al exilio por varios años, y lo hizo, en gran parte de ese tiempo, acompañado
por su hija. (Véase: Pérez Pimentel, Rodolfo.
www.diccionariobiograficoecuador.com)
[2] Castillo de
Levi, María Piedad. ‘Club 7’
(Poesía. Ensayo de Crítica). Guayaquil. diario El Telégrafo / ‘Desde mi
ventana’. Martes, 8 de junio de 1954 (1er. artículo). Y, miércoles 16 de junio
de 1954 (2do. artículo). <En el
archivo personal de Sergio, sobreviviente como él, no constan los números de
las páginas respectivas>.
[3] Gastón es el único que en el libro plural
‘Club 7’ , no exhibe ‘zapatos’. Usa ‘saudade
(s)’, otra voz identificadora del grupo. <Ob. cit., ‘Del Mar y su Soledad’, pág. 54>. Pero, ésta es otra historia.
[4] María Piedad Castillo de Levi, dice de Carlos
Benavides Vega: ‘Yo siempre encuentro en los versos, motivos musicales. Por
eso, me hacen daño las disonancias.’ /
(Se refiere a los cuatro, menos a Carlos. Continúa la cita.) / ‘A mi
parecer Benavides Vega es el mejor del grupo; será un gran poeta cuando corrija
esas mínimas estridencias que deslucen sus poemas.’ / (Se refiere al uso de la palabra ‘zapatos’ que doña María Piedad
consideraba indigna de constar un poema, aunque con seguridad ella tuvo una
variada, indispensable y elegante colección de calzado.) /
[5] David escribió:
‘El
corazón -a veces- /es una calle enorme,
/ por donde cruza, desgarbado y
flaco, / con sus zapatos rotos, el Recuerdo.’
[6] David volvió a
escribir: ‘Estuve aquí. /// Me ahogaron contra el muro.
Alguien dijo mi nombre en esa puerta / agitando un pañuelo sin color. / Y yo
que estaba ciego me tragué / el grito a chorros verdes de silencio.’
[7] Sergio escribió
para ‘Puerto Rico en el Llanto’: ‘(…) hombres
tuyos, / disparan / tu vocablos minúsculo, / tu etrella, / tus puertas y ríos,
/ tus zapatos, / y exigen que no te crucifiquen, / (…)’
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