Número “3”, Colección de Textos Dispersos de SR
CALIGRAFÍA DEL EXILIO
- PADRE
- AL SEÑOR DEL VERSO ECUATORIAL
- RECORDANDO UNA TARDE EN EL PARQUE DE LAS IGUANAS
- FEBRERO, DÍA OCTAVO
PADRE
I
¿Dónde estabas
padre
esa noche
cuando un aviador solitario devoró de un salto único,
por vez primera, el cielo del Atlántico?
¿Cuál fue el barco que te trajo de Odessa a Buenos
Aires
y el tren que te llevó a Chile
y la ola que te ancló en Guayaquil?
¿Y tus amantes,
esas mujeres del sur que te regalaban delicados
perritos de lana que aún juguetean prisioneros contigo en las fotografías del
álbum familiar, ¿cómo eran?
¿Y esa eléctrica información telegráfica que tú
seguiste hipnotizado junto al puñetazo macanudo de Firpo que expulsó fuera del
ring al brutal yanqui Dempsey? *
¿Y la seda de tus corbatas?
¿Y tus tangos?
¿Y tu tranvía que corría desvaneciéndose por la
avenida Alfaro
allí
en el borde de los bombardeos de la segunda guerra
mundial cuando Alemania extendía su color nazi por Europa hasta que el pueblo
soviético de Stalingrado congeló esa invasión con un invierno y dos millones de cadáveres?
II
Han pasado los años
padre
y aquí me tienes exiliado en una terraza del Distrito
Federal de México
y en vano trato de concentrarme en un argumento que
debo entregar mañana al Centro Universitario de Estudios fílmicos.
(A propósito,
¿recuerdas que en mi infancia,
tú me acompañaste a ver aquella película en negro y
blanco que inició mi afición por las imágenes en movimiento en ese viejo
cinematógrafo
allá
en el barrio de
los astilleros?)
III
En la terraza,
un breve perro idéntico al de tus fotografías,
como si se hubiese escapado del álbum familiar por
encima del tiempo y de tu muerte,
juguetea,
hoy,
a mi alrededor
mientras al azar elaboro estas preguntas y tantas
otras que nunca tuve la claridad o la valentía de hacerte, por ejemplo:
‘¿Quién eras, padre, quién, quién eras?’,
interrogaciones que se han quedado en mi alma, para siempre, sin respuesta…
1979, agosto. México DF, Colonia del Valle
* La llamada ‘Primera pelea del siglo’ (15 asaltos por
el campeonato mundial de los ‘pesados’), enfrentó al estadounidense Jack
Dempsey (1895-1983) versus el argentino Luis Ángel Firpo (1894-1960), el 14 de
septiembre de 1923, en Nueva York. El combate concluyó con una decisión que aún
causa polémica.
AL SEÑOR DEL VERSO ECUATORIAL
Gracias a su respiración de imágenes y palabras,
Hugo Mayo, *
señor del verso ecuatorial del siglo veinte,
yo cultivé semejanzas y diferencias
con usted
con su vocabulario adán
con su particular gramática
con su utopía civil
con sus ochenta espléndidos años que se atropellan
todavía encima de su ‘Motocicleta dadá’,
revista y carretera que atravesé con los pies
descalzos de muchacho deslumbrado
desde su ‘Zaguán de aluminio’,
áspero texto suyo cuyos originales se extraviaron
misteriosamente en una imprenta oficial y tuvo que recuperarlos, letra a letra,
de memoria, sesenta años después,
hasta aquel día mexicanísimo cuando el presentimiento
estrujó mi corazón y dejando inconclusa mi tarea cotidiana
de pronto grité:
‘Necesito escribirle al maestro’
y sin esperar contestación en esa época aún humana
pero lentísima anterior a las computadoras,
envié al azar
por el correo antiguo
un mensaje escrito a mano
dentro de un sobre escoltado por vistosas estampillas,
dirigido a su
‘Departamento de Rentas del Palacio Municipal en ese
Guayaquil inexplicable del Ecuador país amazónico ubicado en la América del
Sur’,
oficina en donde su musa iconoclasta
y usted,
en una especie de herejía y sacramento
flotaban
entre operaciones matemáticas
e informes burocráticos
y trámites administrativos conducentes a fijar
impuestos o exenciones
pero
por una pirueta del destino
de alguna manera mi carta se cruzó con su respuesta
que encerraba
una metafórica despedida del paisaje y una dedicatoria
para mí
entretejidas en su terrible y bellísima “Magia de un
final”,
tesoro que mis duendes extraviaron en alguna
inesperada esquina del tiempo
aunque yo lo he conservado íntegro y celoso en mi
corazón confundido y en mi furiosa memoria,
¡Poeta!,
así aprecié tu gesto al igual que una invitación o una
aprobación tácitas para que yo continúe creando imágenes y palabras
al margen de los premios oficiales y de las ediciones
de lujo y de las antologías arbitrarias y de las academias
asumiendo entonces que me habías aceptado por fin y en
silencio como era tu costumbre
a la manera de un casi inevitable y pobre heredero
literario de tu estirpe
por ser tal vez
tú y yo
tan distantes en el estilo y en el gusto de las
generaciones
y sin embargo
tan próximos en la libertad y en la lealtad al rayo
del pueblo
y al fuego sin tregua de la poesía.
1981, febrero. México DF, Colonia Roma
* Mayo, Hugo, seudónimo de Miguel Augusto Egas (Manta
1897-Guayaquil 1988). Introductor de la vanguardia en el país (1919-1933), creó
su revista dadaísta ‘Motocicleta’ (1927) para chocar contra el modernismo. A
pesar de esto y, sobre todo, en cuanto al estudio de las posibilidades
polisemánticas y antípodas del vocablo, influyó en el ‘Club 7’ (pues siempre
fue muy amistoso y muy conversador con sus miembros) en cuyo primer libro
plural, presentó a Gastón Hidalgo Ortega (1929-1973). En: Benavides, Espinel,
Hidalgo, Ledesma y Román. ‘Club 7’. Guayaquil, Casa de la Cultura, 1954.
(Págs.45-46, de 99). Se dice de ‘Motocicleta’, que circularon sólo cuatro
números, hoy extraviados. / Después de 1933, HM trabajó en la Municipalidad de
Guayaquil desde donde, en sus breves ratos libres, mantuvo correspondencia con
algunos literatos del mundo. Publicó ‘El zaguán de aluminio’ (1982, sesenta
años después del extravío de los originales en la imprenta, 1922). Por eso,
incluyó una nota inicial que subraya: ‘Lo que más recuerdo de los 15 poemas que
lo integraban, está aquí.’
RECORDANDO UNA TARDE EN EL PARQUE DE LAS IGUANAS
Aún convaleciente
del trauma que te provocó ‘El extranjero’ (de Camus), *
ese sinsentido de la existencia que te obsequió Mónica
en la clínica donde te recuperas de la reciente agresión que te causaron tus
enemigos políticos en la esquina de las calles 10 de Agosto y Boyacá,
ahora,
a paso lento transcurres por un espacio desconocido
aunque lo habías visitado muchas veces antes pero nunca bajo la seducción de la
yerba que te complace y te hipnotiza
de pronto
al otro lado de la fuente
una pareja de adolescentes embellecidos por su
aproximación al sexo
y el regocijo de la vegetación tropical
revientan
en ti
algo sustancial y seroso
y las imágenes y las palabras del texto francés que
llevas en tus manos, transparentan la realidad y la transforman
y quisieras huir o dejarte caer porque la ansiedad te
sofoca
y Mónica* lee, en voz baja, solo para ti, la mejor
página del libro cuando el personaje principal avanza hacia la muerte en medio
de los gritos de júbilo de la multitud que, antes que el verdugo, ejecuta el
crimen que tú observas con los ojos cerrados
de pronto
conoces al señor Camus en un asiento vecino en el
instante desde el cual confiesa que cada acto y cada omisión no fueron
colocados al azar sino que están allí hasta la eternidad
espiándote
con tierna crueldad inagotable
con amoroso odio
para herirte y refaccionarte y volver a herirte
dentro de un infinito e ilimitado círculo de rosas
amarillas.
1983,
s/m. San José CR, La Uruca
* Camus, Albert (Argelia, 1913-Francia 1960), autor de
‘El extranjero’ (1942), novela emblemática del existencialismo [una de las tres
corrientes estético-políticas que influyeron en la poesía del ‘Club 7’
(Ecuador, 1951-1962). Las otras dos corrientes fueron, la floración íntima y el
compromiso social.]
* Mónica Lys (autora de ”Temario”), escritora guayaquileña
de la década 1951-1962: “Horizonte”, “Club
7”, etc.
FEBRERO, DÍA OCTAVO
Quizá
por última vez
aquí
en el espejo
y ‘antes del desayuno’ *
contemplas
la navaja y la espuma y el asombro que usas para
afeitarte
y el agua extranjera que forma hilos breves y perlas
diminutas
contra tu rostro
en donde apenas puedes reconocer el gesto de aquel
adolescente que
alguna vez
fuiste
en ese Ecuador tuyo y ajeno
entonces
tiembla en tus manos la navaja
y en tu cuello luces un tenue collar purpurino
bajo una melancolía mansa que va cubriendo y borrando
tu cuerpo y tu sombra
hasta la eternidad
pero
mañana
después de las investigaciones que tu ausencia
provoque
el gerente del hotel mayor de esta ciudad de …
ordenará la limpieza minuciosa de esa habitación que
has venido ocupando durante siete lunas
según reza el registro que firmaste en calidad de
huésped
en tanto
la oficina internacional para la cual trabajas
puntualmente
remitirá este papel y otros etcéteras
a tu casa en Curridabat de Costa Rica
aunque esa ‘limpieza minuciosa’ deje fuera del
inventario
los capítulos siguientes:
Primero.- Sueños rotos.
Segundo.- Enlaces frágiles.-
Tercero.- Decisiones suspensivas.
Y la revolución permanente que
a pesar
de la burocracia y del imperialismo
continuará estremeciendo el mundo y enrojeciendo
nuestros corazones
y la intimidad y el riesgo, amor, que compartimos
gozosos
y la lección de dignidad del pueblo nuestro de cada
día y de cada noche
y la poesía
espejo que nos ahogó y nos resucitó
en su luz.
Siempre.
1985, s/m. Curridabat CR, De la Plaza del
Sol: 550 metros al sur
* ‘Antes del desayuno’ (1916), monólogo de
Eugene O’Neill (EE. UU. de A., 1888-1953). Un hombre a quien el público no ve
pero adivina, está afeitándose en el cuarto de baño. La mujer, a quien sí se ve
en la sala-comedor, habla y habla y habla. Así, en un espacio y en un tiempo
mínimos, entre el despertarse y el tomar el primer alimento, y entre una
habitación cerrada y una habitación escondida, ocurre el suicidio, fuera de
acta, al estilo clásico.
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